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Mario Vargas Llosa: El desaf? No hay que alterarse tampoco.
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El puente estaba cubierto por la gente que regresaba de la retreta y las parejas que hab. Pronto, la terraza estuvo llena de hombres y mujeres que hablaban en voz alta y re. Caminamos hacia la plaza.
Junto al Hotel de Turistas, unos j. Al pasar por su lado, descubrimos en medio de ellos a una muchacha que escuchaba sonriendo. Me puse un overol y dos chompas y ocult. Tengo que arreglar un asunto. El chico estaba dormido, en sus brazos, y tuve la impresi.
Mejor te callas.- No necesito que me adviertas - dijo. Lo siento por Justo pero, en realidad, se lo ha estado buscando hace tiempo. Y el Cojo no tiene mucha paciencia, ya sabemos.- El Cojo es un asco de hombre.- Era tu amigo antes.. Con nosotros basta, gracias.- Bueno.
Estuve rezando porque no se les ocurriera a ustedes darse una vuelta por ac. Y es tan feo, este tipo. Uno no puede mirarlo mucho sin sentir n. Visto de perfil, contra la oscuridad de afuera, parec. Al escuchar mis pasos se volvi.
Deben estar en camino. Justo me mir. Yo que entraba a tomar un trago y me topo cara a cara con el Cojo y su gente. Si no pasa el cura, ah. Se me echaron encima como perros. Quedaban algunas personas en el mostrador, pero en la terraza s.
Vamos a alcanzarlos. A la altura del puente nos encontramos con Brice. Saludaron a Justo, le estrecharon la mano.- Hermanito - dijo Le. Avanzamos una cuadra por la avenida, luego doblamos a la derecha y caminamos un buen rato en silencio. Al descender por el min. No van a pelear a oscuras. Nadie contest. Era el Chalupas.- Ya nos .
En la penumbra, yo no pod. El Cojo rengueaba del pie izquierdo; dec? Mirando al Cojo fijamente. He venido solo, con mis pies, porque me dio la gana. Si estas buscando pretextos para no pelear, dijo.
El Cojo vacil. Di a tus amigos que no se metan. Si lo hacen, peor para ellos. El Cojo se ri. No te preocupes. Uno de los que estaban detr. Cuando llegamos entre los otros.
El silencio era casi absoluto; a veces, lo quebraban bruscamente ladridos o rebuznos.- ! Cuando estuvo a mi lado, sonri. Estaba a mi lado.- No te le acerques ni un momento.
Sobre todo cuidado con el est. Ten el brazo siempre estirado. En su Mano derecha, mientras se distanciaba de nosotros, el breve trozo de metal desped. Justo se detuvo a dos metros del Cojo. Quedaron unos instantes inm. De lejos, semiocultos por la oscuridad tibia de la noche, no parec. Sus posturas eran id.
Imperceptiblemente, los dos hab. El Cojo fue el primero en atacar; dio de pronto un salto hacia delante, su brazo describi. Sin abrir la guardia, tej.
De improviso, Justo se plant. Dijo Leonidas, junto a m. Uno, dos, tal vez tres segundos estuvimos sin aliento, viendo la figura desmesurada de los combatientes abrazados y escuchamos un ruido breve, el primero que o. Yo me esforzaba en vano para que mis ojos atravesaran la penumbra y leyeran sobre la piel de Justo lo que hab.
Agazapados, atentos, feroces, pasaban de la defensa al ataque y luego a la defensa con la velocidad de los rel. La ira y la impaciencia elevaron su cuerpo, lo mantuvieron extra. Con el choque, la noche que nos envolv.
No supimos entonces, no sabremos ya cu. Quedaron a un metro de distancia, acezantes. Pero antes que intent. Pronto estuvieron quietos, tendidos en el lecho del r.
Me aprestaba a correr hacia ellos cuando, quiz. Era el Cojo. En el forcejeo, hab. Justo se incorporaba, dif. Cuando estuvo de pie, el Cojo retrocedi. Escuchamos entonces, una voz que todos conoc! Azuzado por las palabras del Cojo. Con la angustia que nac.
Cuando llegamos donde yac. Luego, entre los tres lo cargamos al hombro en dos hileras, como a un ata. Se lo digo de veras.
Leonidas no contest. A la altura de los primeros ranchos de Castilla, pregunt.